jueves, 28 de diciembre de 2017

Verónica — Posesión al ritmo de Héroes del silencio

Verónica — Posesión al ritmo de Héroes del silencio

Sinopsis: Madrid, 1991. Verónica ha perdido a su padre, y casi también a su madre, que ha delegado en ella la responsabilidad maternal por culpa de su trabajo. Con solo 15 años, se hace cargo de sus 4 hermanos. Un día de eclipse, decide juegar a la ouija con unas amigas, para poder hablar con su padre. A partir de entonces, empezarán a sucederle cosas extrañas. 

Género: Drama y horror


Duración: 1h y 45 min

Director: Paco Plaza

Guionista: Fernando Navarro

Reparto: Sandra Escaceno, Bruna Gonzalez, Claudia Placer, Iván Chavero.

Año: 2017





Crítica sin Spoilers:

Paco Plaza logra con Verónica lo que su compañero de rodaje Jaume Balagueró pretendía conseguir con Musa, volver a triunfar en el género.

Atrás quedan el virus y los zombies, también Manuela Velasco. La única que repite es la maravillosa Leticia Dolera. La mujer del director hace su pequeña aparición como monja -no endemoniada, sino dulce y afable- en un papel secundario que no hace justicia a su trayectoria como actriz. Aunque con tantos proyectos por delante, la ahora también cineasta, no debió tener tiempo para más.

El director se basa en un relato real que ocurrió en Madrid a principios de los noventa, pero la mayoría de la historia es de cosecha propia. Pasa de los tópicos, que ya cansan tanto en el cine de terror, para contar algo diferente, que aunque no provoque el verdadero hastío que en su momento suscitaron los clásicos del género, hace de su película un thriller rockero bañado en sangre por las letras de Héroes del Silencio.

Verónica, una niña de 15 años que todavía no es mujer. Sus hermanas, dos mellizas que, aunque parezca mentira, no están ahí para dar miedo. Su hermano, un niño adorable, que no supera los 4 años y todavía se hace pis en la cama. Son los personajes principales de la historia. Sin embargo, en Sandra Escacena, la quinceañera, acaba recayendo todo el protagonismo.

La actriz es una de las favoritas a ganar el Goya Revelación por su increíble interpretación. En cada gesto y decisión que toma a lo largo del filme, ella y Verónica son una, lo que la ayuda a trasmitir su propio miedo al espectador, como también su desesperación por entender lo que está pasando. 

A pesar de la calidad de la cinta, hay cosas predecibles, pero el ritmo que el cineasta consigue con la música y la historia de Verónica la hacen no tener rival. Una niña se ve obligada a madurar antes de tiempo por un hogar roto, en el ambiente hostil del colegio, cuando la hipocresía aún infecta las amistades y los chicos no entran todavía en sus planes. 

Verónica es misterio, drama y terror. Los policías llegan tarde, no interfieren en la historia lo que la hace aún más interesante. Aunque ya ha abandonado los cines, está disponible en Netflix.

martes, 26 de diciembre de 2017

Wonder Wheel — Woody Allen entre luces de Neón

'Wonder Wheel: Woody Allen a la luz del neón

Sinopsis: Una mujer casada tiene una aventura con un universitario culto al que le saca 10 años. Con un hijo pirómano, un marido ex-borracho y una pequeña casa detrás de la noria de Coney Island; Ginny, una ex-actriz frustrada por nunca haber logrado nada, volverá a actuar, esta vez con un papel principal en una tragedia griega real, donde competirá contra su joven hijastra por su aventura de verano.

Duración: 1h 41min
Director: Woody Allen
Reparto: Kate Winslet, Justin Timberlake, Juno Temple, Jim Belushi
Año: 2017



Crítica sin spoilers: Los artistas viven la vida de otra manera. Más intensos a la hora de sentir, más dramáticos a la hora de vivir. Un actor tiene la ventaja de poder fingir ser quién quiere o no ser, como un escritor puede dar la vuelta a sus vivencias para hacerlas más interesantes. 

 En Wonder Wheel, Woody Allen presenta a una actriz infiel a la que el mundo del espectáculo ha dejado de lado, por un desliz que en el pasado la condenaría a interpretar de por vida el mismo papel, el de camarera infeliz y madre soltera. 

Tanto teatro ha hecho de Ginny una actracción de feria emocional, como la noria de Coney Island que pone nombre a la cinta. Tan pronto está feliz como está deprimida, tiene una manera demasiado romántica de ver la vida, como Mickey, el prometedor escritor al que da vida Justin Timberlake. 

Kate Winslet deslumbra con su interpretación, hace de un personaje cliché algo original. El guion de Woody Allen consigue que no decaiga la trama, a pesar de en algunos momentos resultar increíblemente predecible, el dialogo de los artistas les hace ingeniosos, porque viven cada palabra como si se encontraran todavía en un escenario,  frente a los focos y un anfiteatro; no en la playa, resguardándose de la lluvia, bajo el muelle o la noria de Coney Island. 

Algo que hace a Wonder Wheel diferente es su paleta de color. Las luces de la feria alumbran cada escena con el más puro neón, haciendo que los colores varíen según la intensidad de la secuencia.

Cada fuego provocado por el niño pirómano resplandece sobre su pelirrojo natural. Los ojos de Temple y Timberlake parecen más azules que nunca, como los de Winslet, que en su último primer plano parecen brillar más sobre la mota marrón que rodea su iris.

En resumen, Wonder Wheel es un relato predecible narrado por Justin Timberlake de manera magistral. El jazz característico que inunda todas las películas del director acompaña junto a algunos vivos éxitos de los 50, a esta historia de amor, pasión y traición, donde priman las características de todas las tragedias en un ambiente diferente. 

No es ni de lejos lo mejor que ha hecho El cineasta, con Matchpoint y Annie Hall dejó el listón muy alto. Sin embargo, es una película muy Woody Allen que además de a sus seguidores, fascinará a los amantes del arte y el teatro, pero que el resto de espectadores también pueden disfrutar.




lunes, 18 de diciembre de 2017

Star Wars: Episodio Viii - Los últimos jedi

Sinopsis: La Primera Orden tiene contra las cuerdas a la Resistencia, liderada por la General Leia Organa (Carrie Fisher), que se ve obligada a luchar contra su hijo, Ben Solo (Adam Driver), sin la ayuda de su hermano, Luke Skywalker (Mark Hamill). El piloto Poe Dameron (Oscar Isaac) lidera una misión que pretende destruir uno de los acorazados enemigos, mientras el insurgente soldado de asalto Finn (John Boyega) lucha contra su instinto de supervivencia e intenta ayudar a la resistencia. Al mismo tiempo, la joven Rey (Daisy Ridley) tendrá que definir su futuro, y revaluar el significado de su vida junto al viejo jedi Luke Skywalker.

Duración: 2h 32min
Director: Rian Johnson
Reparto: Mark Hamill, Daisy Ridley, Adam Driver, Oscar Isaac.
Año: 2017


CRÍTICA SIN SPOILERS: 
Pocos vieron a Disney capaz de reavivar la Fuerza que George Lucas creó en 1977. Hubo quien comparó a la productora con los Sith, e incluso quien decidió boicotear sus filmes, cuando el creador abandonó el barco, como más tarde haría Han Solo con su Halcón Milenario. 

Disney no convenció a los fieles con El despertar de la fuerza, la repetición de formato en el cine cansa casi tanto como en la televisión; pero tampoco lo hizo con Rogue One,  algunos no perdonamos la ausencia de créditos en aquella historieta enclaustrada en la saga.

Ahora la productora infantil, que está en boca de todos por pretender conquistar Hollywood, comprando Fox y rompiendo los esquemas de Pixar, se corona con una obra maestra que recuerda a las primeras películas, los nostálgicos capítulos IV, V y VI. 

Este Episodio VIII devuelve al cinéfilo la esperanza en el cine actual, no solo reaviva la Fuerza, también la llama que la saturación cinematográfica amenaza con extinguir, demostrando que todavía es posible que el cine sorprenda.

He de decir, que no tenía muchas expectativas puestas en la película. Disney me defraudó con su última entrega, y fui a ver esta solo para cerciorarme de que la Fuerza había muerto, de que la saga ya era insalvable y de que se repetiría la historia con un nuevo "yo soy tu padre" en el guion. 

No obstante, mis premisas fueron rebatidas, porque una obra maestra de la ciencia ficción está batiendo récords de audiencia en los cines y, por una vez, es con razón.

Rey no juega el rol de princesa disney, pero tampoco hace de nueva Leia o de un joven Luke Skywalker. Su papel es el de Rey, una joven chatarrera que esconde mucho más que un corazón grande bajo su armadura de tela raída y coraje. 

Mark Hamill asume por fin el protagonismo que no tuvo en la anterior película. Vuelve un sabio Luke Skywalker al que los años de colegueo con Han Solo han hecho que cambie, y adopte algunos de los rasgos más característicos del personaje de Harrison Ford.

La imagen de Carrie Fisher es el último recuerdo que les queda a los seguidores de su princesa. Leia no es la protagonista que era, deja el relevo a los jóvenes, pero logra hacer imponente su acto de presencia. Delega su poder en el personaje de Poe Dameron (Oscar Isaac), porque ve en él el fuego que ardía en su esposo, aunque no sea de su sangre, como un hijo rebelde que no pretende cambiarse de bando.

Kylo Ren es el que más sorprende. Su aspecto "lokiano" ha conseguido que muchos fanáticos no le tomáramos en serio, pero su presencia en esta película despeja las dudas. No supera a Vader, porque la apuesta era demasiado alta. Su abuelo fue el villano de los 80, logró que decenas de personas se decantasen por el lado oscuro, y muchos llorasen su muerte en el Episodio VI. Kylo Ren coge el relevo y, como Rey, da lugar a un personaje completamente diferente.

Harry Potter, Wall-e y la suma de todos los episodios respiran en la trama de Los últimos Jedi, pero el factor sorpresa la salva del plagio y hace de lo que podía haberse quedado en un muermazo de 2 horas y media, algo mágico que ni el mismísimo George Lucas habría podido imaginar. Porque la Fuerza sigue viva, y una nueva generación de jedis y películas se podría abrir paso a partir de esta.

Ójala J. J. Abrams no se cargue lo que Rian Johnson ha creado, ni Disney tire su trabajo por la borda con su filosofía anticuada de happy endings. 

viernes, 10 de noviembre de 2017

MUSA - La pesadilla del poeta

Mujeres que matan con versos. Esa es la historia que hay detrás de Musa, el último largometraje de Jaume Balagueró. El director catalán se ha encargado de llevar la novela de Jose Carlos Samoza, La dama número 13 a la gran pantalla. Al parecer, el cineasta habría querido emprender la adaptación de la obra de terror antes de rodar su reconocida saga de zombies (REC), junto a Paco Plaza. No obstante, el proyecto nunca llegaría a definirse. Seis años ha tardado en ponerse a ello, y tanto tiempo en remojo ha dado como resultado un largometraje que deja mucho que desear. 

Empieza de forma poética -literalmente con un poema- Manuela Vellés, un auténtico portento del mundo de la interpretación española, abre el metraje como el prototipo de universitaria dulce e inteligente liada con un poeta mayor que ella, su profesor de literatura (Elliot Cowan). Ambos amantes pasan la tarde juntos en la casa del segundo, se juran amor eterno, para más tarde ella acabar suicidándose en la bañera. Este episodio marca la vida del escritor, que a partir de entonces, no puede dormir bien por culpa de una pesadilla recurrente en la que una desconocida es asesinada en un ritual satánico.

Una película de terror puede ser cualquier cosa menos predecible. Musa es una idea brillante que ha sido descuidada. Se deja llevar por todos los tópicos habidos y por haber, genera escenas poco resolutivas y para nada creativas, que dejan prever el final al espectador en todo momento. 

Musa no da miedo, pero tampoco lleva a la intriga característica del thriller. Tanto cliché acaba desquiciando al público. Nunca una película de este género debe acudir a la casualidad para resolver sus problemas, se arriesga a aburrir al espectador, que pierde el interés cuando conoce la respuesta a todos los enigmas. 

Christopher Lloyd cambia el Delorean por un respirador, y la ciencia por la poesía. Sin embargo, su personaje pasa desapercibido en la historia. Todo el protagonismo recae en Ana Ularu y Elliot Cowan, dos fichajes no muy reconocidos que se encargan de sacar adelante un guion mediocre, cargado de convencionalismos y transiciones forzadas.

El reparto puede haber sido uno de los pocos aciertos del cineasta que, a diferencia de su compañero Paco Plaza (codirector de REC) con su aclamada Verónica, no parece estar listo para pasar al segundo nivel del cine de terror.