“¿Con cuál de estos vestidos parezco más un hombre de Harvard”, pregunta el personaje de Felicity Jones a su marido, un deslumbrante Armie Hammer, en la primera mitad de la cinta. Ruth Bader Grinsburg fue la primera de su clase en Harvard, y se graduó con distinción de Columbia. Se sacó la carrera de derecho con honores, acudiendo, no solo a sus clases, sino también a las de su marido, en una época en la que un cáncer de testículos le mantenía impedido. Sin embargo, cuando se licenció, ni un solo bufete de abogados quiso “arriesgarse” a contratarla, sólo por ser mujer.
‘Una cuestión de género’ es el nuevo biopic feminista dirigido por Mimi Leder. Se trata de una historia más sobre una “mujer excepcional” (como se ha traducido el título de la película en Francia), que un siglo después del primer juicio desestimado por desigualdad de género, decide retomar la lucha que otras tantas abogadas de éxito parecían haber dado por perdida. Una de estas letradas es interpretada por la siempre brillante Kathy Bates, una tiburón del derecho en un mar atestado de hombres que la han hecho perder la esperanza con los años, y dejar aparcada la lucha por la igualdad de “género”.
Casi en el mismo punto, con menos años y más excusas, está Ruth Bader, quién, después de la primera media hora de película, parece haber desistido en ser abogada, resignada a formar a la generación del mañana, mientras su hija le echa en cara que la lucha está fuera de las aulas.
Todo cambia cuando acepta un caso probono que la mayoría de su profesión parece haber dado por perdido. Un diamante en bruto sobre discriminación de género, en el que la víctima es un hombre.
En un relato, quizás, demasiado previsible, puede que por estar basado en una historia real o por parecer un tema casi trillado en la actualidad. La película llega a hacerse eterna, tal vez debido a sus dos horas de duración, o a las interminables largas pausas que sobreponen en los momentos de “tensión”.
Ni es un thriller, ni una película de suspense. Las personas en la vida real no se toman minutos enteros en silencio para responder, mucho menos en un juzgado.
La puesta en escena peca por ser demasiado pastelosa, recuerda a un intento de ‘Marvellous Mss. Maisel’, solo que sin justificación. No obstante, la maravillosa interpretación de Felicity Jones y la campaña publicitaria de Universal salvan la cinta y a Ruth Bader de hundirse en el desconocimiento, y convierten ‘Una cuestión de género’ en un entretenimiento más con el que pasar el rato.